En una de esas páginas dobladas que dejé tras la lectura de A la caza de una mujer, Ellroy comenta al hilo de una de sus exmujeres:
Yo carecía de su hiperbrillantez. A ella le faltaba mi lunática confianza y mi vigor. A mí, su omnívora visión del mundo en todo su bullicioso fluir. Ella carecía de mi brutal voluntad.